“Oíd  alemanes”, Thomas Mann, Buenos Aires, Editorial Nova, 1945. Colección “El labrador”; traducción de Luis Tobío.

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 En el prólogo dice el autor que en el verano de 1940 la BBC le pidió que se dirigiera a los alemanes por medio de su emisora:   “…He creído que no debía desdeñar esta ocasión de ponerme en contacto –siquiera fuese tan restringido e inseguro- con los alemanes, y también con los habitantes de los países subyugados, a espaldas del gobierno nazi que, hasta donde estaba en su mano, me había arrebatado toda posibilidad de influir en la opinión de mi país; y ello tanto más cuanto que mis palabras no partirían de América, por onda corta, sino de Londres por onda larga, con lo que podrían ser oídas mediante el tipo de receptor que únicamente se le permite tener al pueblo alemán. Era, por otra parte, para mí seductora perspectiva el tornar a escribir en lengua alemana con el convencimiento de que lo que escribiese iba a dejar sentir su influjo en su idioma original…”

 Al comienzo se hicieron audiciones mensuales, luego T.Mann pidió que fueran de cinco a ocho minutos leídas por un locutor, luego pidió grabar él mismo en disco en el Recording Departament de la NBC de Los Angeles, California. Estas grabaciones en disco se enviaban a Nueva York y de allí por teléfono a Londres donde se grababan en otro disco; eran así escuchadas en Alemania, Holanda, Suiza, Suecia y Protectorado checo. Hitler mencionó en  un discurso estas alocuciones.

 Merece la pena leer la parte final del Prólogo siempre teniendo en cuenta  la fecha en que fue escrito y publicado:

 Página 11: “…Lo que sí creo firmemente es que Hitler no puede ganar su guerra: es ésta una creencia que se funda más en motivos metafísicos que militares, y debo decir que siempre que expreso esa creencia en las páginas que siguen, lo hago con toda sinceridad. No quiero, empero, con eso, sostener la peligrosa tesis de que la victoria de las Naciones Unidas sea cosa evidentemente asegurada en forma que, confiándose en esa evidencia y esa seguridad, pudiera permitirse no sólo incurrir en cualesquiera faltas, sino también caer en desfallecimientos de la voluntad y del entusiasmo y aceptar toda suerte de reservas “políticas” con respecto a sus cómplices y a la paz por la que se combate. “No puede permitirse nada”, por mínimo que sea, después de todo lo que se ha permitido en el pasado. Esta guerra hubiera podido evitarse y el mismo hecho de haber llegado a estallar constituye una pesada carga moral para nuestro bando, la guerra tuvo una sombría prehistoria cuyos motivos determinantes en modo alguno han desaparecido sino que siguen operando ocultamente y, con la paz, ponen en peligro la victoria. Perderemos la guerra si hacemos una guerra errada en vez de la justa, a saber, la guerra de los pueblos por su libertad”   (Lo resaltado es nuestro) Para la época en que escribió esto EEUU no había entrado en guerra, no se había establecido la “rendición incondicional” de Alemania y ésta invadía victoriosamente a Francia.

Emisión de octubre, 1940:    “Os habla un escritor alemán cuya obra y cuya persona han sido proscritas por vuestros dominadores y cuyos libros, aún cuando versen sobre los temas más alemanes, por ejemplo sobre Goethe, sólo pueden leer, en sus respectivos idiomas, pueblos ajenos y libres mientras que para nosotros han de permanecer mudos e ignorados.

…Con la guerra, no hay ahora ya posibilidad de que la palabra escrita pueda franquear la muralla de que os ha cercado la tiranía. Aprovecho, por eso, gustosamente la ocasión que me proporcionan las autoridades británicas para informaros, de tanto en tanto, sobre lo que veo aquí, en América, la tierra vasta y libre en que he encontrado un hogar”

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Respecto al bombardeo de Rotterdam en mayo de 1940  dice de la revista Life: “…El editor de la revista norteamericana Life, una revista ilustrada que todo el mundo lee y que, por lo común, nunca toma posición respecto a las cuestiones políticas, escribía:

 “Es este el mayor desafío que en ochenta años se le ha hecho a América como tierra de libertad…Pueblos militaristas y poderosos han atacado lo que constituye nuestro modo americano de vida…No sabemos si habremos de luchar con las armas en la mano al lado de Inglaterra; pero lo que sí sabemos es que la lucha es también, en el fondo, nuestra lucha”

 Prosigue Thomas Mann:

  “…El norteamericano se siente, naturalmente, ante todo, ciudadano norteamericano; pero acontece con frecuencia que él o su padre o su abuelo hayan nacido en Noruega, en Holanda, en Bélgica, en la protegida Dinamarca, en el Gobierno General, en el Protectorado, y que tenga aún  algún pariente en uno de esos países, y que lo recuerde con cariño… El ciudadano norteamericano tiene hoy, por sobre todo, tres esperanzas: la primera es la misma Norteamérica, su extraordinario poderío económico, su excelente y experimentado conductor. La segunda es Inglaterra. Es posible que los norteamericanos hayan mirado antes a los ingleses con cierta burla. Se les tenía por gente fatigada y demasiado refinada. Más hoy, ante la resistencia de Londres, todo el mundo los admira. Inglaterra sostiene la bandera de la libertad….L tercera esperanza, por desgracia  ya no tan firme, es la que se cifra en el pueblo alemán. Preguntase aquí si por ventura el pueblo alemán no llegará, por fin a comprender que sus victorias no son sino pasos por un tremendal sin término. Si no llegará a darse cuenta de que, cuando sus soldados ocupen tres países más y sus submarinos hundan otros tres barcos llenos de niños refugiados y lleven a más hombres a la miseria, al destierro y al suicidio, concitando contra sí el odio del mundo, no por esos se acercarán más al fin que persiguen…”

 Emisión de noviembre de 1940:

   “Radioyentes alemanes:

                                        La reelección de Franklin D. Roosevelt como Presidente de los Estados Unidos es un suceso de primera importancia, acaso decisivo para el futuro del mundo… Los que han devastado Europa y violado todos los derechos de los pueblos ven con razón en Roosevelt a su más poderoso antagonista. El es el representante de la democracia que lucha, el que encarna una nueva idea de la libertad enlazada con lo social y el estadista que, desde el primer momento, supo distinguir con toda claridad entre la paz y el apaciguamiento. En nuestra época de masas, a la que, por esa razón, va aneja la idea del conductor, había de corresponder a Norteamérica el ofrecer al mundo el fenómeno auspicioso de un moderno conductor de masas, amante del bien y del espíritu, anheloso de un futuro salvador de paz y libertad; y la heroica resistencia de Inglaterra contra la más infame de las tiranías que jamás amenazó al mundo, resistencia que despierta aquí la admiración creciente, le permite disponer de tiempo para movilizar las enormes fuerzas latentes de su patria para la lucha por el futuro.  (Lo resaltado es nuestro)

 …Larga ha de ser esta guerra y nadie se engaña sobre ello…los abyectos aventureros que se propusieron esclavizar al mundo, sienten en el fondo, que ya han perdido… Nadie en el mundo cree que al pueblo alemán le vaya bien con esa manera cómo conducen su vida sus dominadores…

Todos nos preguntamos aquí lo que irá a ser del continente europeo y de la misma Alemania si la guerra dura cuatro o cinco años más y eso mismo sin duda se lo pregunta también, lleno de temor, el pueblo alemán. La miseria que al presente reina es sólo un débil anticipo de lo que va a venir. ¿Y por qué ha de venir? Pues sencillamente porque un puñado de estúpidos asesinos trata de utilizar el proceso de transformación económica y social porque pasa el mundo para una insensata y anacrónica campaña alejandrina de conquista mundial. El pueblo alemán debe tener y tendrá su “puesto al sol” en el mundo que ha de venir. Pero si continúa apoyando a sus corruptores, con acciones y omisiones, incondicionalmente, llegará a ver, demasiado tarde, que un pueblo que sume al mundo en noche y temor no puede pretender un puesto al sol….Sé que doy expresión al más íntimo anhelo del pueblo alemán cuando, dirigiéndome a él, exclamo: ¡Paz! ¡Paz y libertad!

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 (Lo resaltado es nuestro) ¿Es que era la voz de un visionario al propalar estas palabras Thomas Mann en noviembre de 1940? ¿O tenía la certeza de los justos al dirigirlas en ese preciso momento a Alemania y Europa?

 Emisión de diciembre de 1940:

  Describe la historia de la Nochebuena y Navidad, también con respecto a “la primitiva realidad germano-pagana: “La historia de esa fiesta es vuestras historia. No existía un sentido de lo alemán antes de que la luz apareciese en oriente, también para vosotros, antes de que lo humano cristiano impregnase la primitiva realidad germano-pagana y de que vuestro sentido del mundo, vuestros conceptos morales y religiosos se unieran con la civilización cristiano-occidental…Y celebráis también las espléndidas contribuciones que el espíritu alemán ha hecho a la cultura cristiano-occidental, realizadas gracias a ella: las obras de Durero, de Bach, las poesías que exaltan la libertad de vuestro Schiller, la Ifigenia de Goethe, el Fidelio, la Novena Sinfonía…»

«Pero con todo arden los cirios de la Nochebuena. Quisiera preguntaros cómo, a su resplandor, se os aparecen los sucesos que vuestros dirigentes os han hecho celebrar, como nación, en los últimos años, los sucesos de monstruosa violencia y destrucción de los que sois cómplices a sabiendas, todas las atrocidades que ellos han cometido en vuestro nombre, la miseria y dolor sin límites que la Alemania nacional-socialista, es decir, una Alemania que no puede ser ni alemana ni cristiana, ha extendido a su alrededor.»

 «¿Podríais decirme en qué manera pueden compararse tales hechos con las bellas y viejas canciones que cantáis con vuestro hijos?…»

» Pero lo que por sobre todo, creéis es que si el pueblo alemán no “vence” en esta guerra, es decir, si no seguís a un desalmado poseso hasta el extremo –extremo que ha de presentar aspecto muy diferente a una victoria- ello significaría el fin del pueblo alemán y su liquidación definitiva. Os dice eso para que creáis que vuestro destino se encuentra indisolublemente unido al suyo –el cual, ciertamente está sellado- si, como cabe prever con toda seguridad, fracasan los planes que con toda meticulosidad ha trazado…»

 «¿Acaso no es verdad, que por debajo de todos los crímenes que se os ha impulsado a cometer, continua vivo ese profundo deseo de ser amado?… ¡Alemanes, salvaos!…Yo vivo en el mundo del que estáis apartados no obstante pertenecer a él, y debo deciros, porque así es la verdad: jamás  aceptará ni soportará este mundo el “nuevo orden”, la infrahumana utopía del terror por el que vuestros corruptores os desangran y reducen a la miseria. Jamás sufrirán estos pueblos grandes y cristianos que la paz, que vosotros también anheláis, sea una paz asentada sobre la tumba de la libertad y de la dignidad humana. Podéis, si queréis, en los años venideros, decuplicar la miseria que, con vuestra obediencia y credulidad, habéis ya traído, pero, a la postre toda esa miseria caerá sobre vosotros y nadie puede imaginarse lo que será de Alemania y el espectáculo que ofrecerá cuando concluyan sus crímenes…»