Primera edición, Buenos Aires, Editorial Claridad, octubre de 1946. Traducción directa del alemán por Arnoldo E. Jordán. (“Este libro se comenzó a escribir poco después de la ocupación de Paris por los alemanes…”). Cuatro partes: “Hacia la catástrofe”, “El aspecto de la moderna democracia”, “La decadencia del viejo mundo”, “El porvenir”. Más que interesantes conceptos sobre las” pseudodemocracias occidentales”, pacto de Munich, pacto Alemania-URSS, una lectura imperdible. Aparecen nombres como Thomas Mann, Pertinax, Emil Ludwig, León Blum, Ossietzky, Franklin Roosevelt. Este libro podría ser el correlato político-histórico a la tesis de Wilhelm Reich en su “Psicología de masas del fascismo”.
En el capítulo “El fascismo como manifestación de retroceso” leemos:
“El Estado constitucional fue abolido en Europa. Su lugar fue ocupado por el estado totalitario. Europa ha sido equiparada al Asia. Tiene hoy sus sultanes y sus sátrapas. Con ello no hizo más que eliminar las bases fundamentales de la civilización europea. Contrastando con la revolución rusa, el régimen nazi no tuvo que luchar por su existencia. Puede decirse que el pardo-fascismo recibió el poder en bandeja de plata. En Alemania, el régimen no tropezó con resistencias. No fue saboteado, atacado ni amenazado con revueltas, como ocurrió con el régimen soviético. Europa no intervino contra la Alemania nazi; más bien puede asegurarse que tuvo la mayor indulgencia para con el nuevo despotismo… Con el incendio del Reichstag se inició un nuevo capítulo en la historia de Europa: la época del retroceso de la antigua civilización seudocristiana y seudodemocrática”.
Capítulo: ”La inevitable democratización de Europa”: “Los distintos grupos del moderno orden social imperante que aquí hemos presentado, son en su esencia… completamente antidemocráticos. La oligarquía financiera, los capitanes de la industria, la nobleza de sangre, la camarilla palaciega, la “alta sociedad”, la diplomacia, así como la burocracia, nunca fueron realmente democráticos, no lo son hoy tampoco y probablemente no lo serán nunca; militan y continuarán militando en el campo antidemocrático, porque la democracia no es compatible con sus privilegios y con sus existencias…”.
Capítulo: “La degeneración del nacionalismo en Europa”: “…la traidora actitud del nacionalismo francés se puso de manifiesto con mayor crudeza después de la capitulación. La lucha de los patriotas franceses para liberar a Francia del yugo hitlerista tropezaba con las mayores dificultades, y no solamente porque los nazis habían implantado en la Francia ocupada un régimen de terror sino, y sobre todo, porque los fascistas franceses trabajaban en común con el enemigo contra los patriotas, a los que calificaban de comunistas. Para los nacionalistas sólo existía el fascismo; en su exaltación se olvidaron de Francia. En una época en que casi dos millones de soldados franceses se consumían aun como prisioneros de guerra en Alemania, cuando París seguía ocupada por el enemigo, cuando había que abonar diariamente un elevadísimo tributo para el mantenimiento de un ejército de ocupación, cuando inocentes ciudadanos franceses eran asesinados en masa, cuando todo esto ocurría, los amotinados del 6 de febrero organizaron un cuerpo de voluntarios cuya misión era la de combatir contra Rusia. No obstante la humillación nacional, los franceses debían combatir hombro con hombro con sus opresores contra el pueblo ruso. El Mariscal Pétain saludó en un mensaje especial al jefe del cuerpo de “voluntarios” y le deseó el mayor de los éxitos en su lucha contra el “peligro bolchevique”. Esta salutación fue enviada por Pétain muy poco después de cometerse los asesinatos de indefensos rehenes ordenados por los Stülpnagel en la Francia ocupada…”.
Imagen del mapa de Europa:upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/d/da/Second_world_war_europe_1941_1942_map_de.png
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