Y dice la historia que mucho antes de Pearl Harbor ya  había norteamericanos que luchaban con los chinos contra los japoneses: los Tigres Voladores de Claire Chennault y estos sí que conocían a los Zero, pudieron comprobar la eficacia del aparato y de los pilotos nipones. Mas los voluntarios del Batallón Lincoln.


Imagen: https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/0/04/Fourteenth_Air_Force__Emblem.png/100px-Fourteenth_Air_Force_-_Emblem.png

 España: norteamericanos en la guerra civil española: figuran en el  “II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas (1937)- Volumen III: Ponencias, documentos y testimonios”; edición de Manuel Aznar Soler y Luis Mario Schneider, 1° edición, Barcelona, Editorial Laia, abril 1979.

  Del artículo “Malcolm Cowley: a Madrid “, pag.309: “La Brigada Internacional: De vuelta a Madrid, para una segunda visita, pasaba las tardes en las oficinas de la Brigada Internacional, en una vieja casa de la calle Velázquez. Siempre había camiones que salían y entraban, y también los coches del personal que formaba parte de la brigada. Los choferes, más de la mitad norteamericanos, recostados contra la pared, fumaban y hablaban sobre los aviones fascistas que patrullaban el camino a Brunete. Primero el avión dejaba caer una bomba sobre el coche o la ambulancia. Si la bomba no daba en el blanco, el avión regresaba para ametrallar al chofer. Este, por lo general, tenía tiempo, después de que la bomba caía, de esconderse debajo del coche, donde la cabeza y casi todo el cuerpo estaban protegidos. Pero algunos coches, como el “Citroën” o el “Renault”, eran tan bajos que sólo un hombre delgado podía conducirlos.

 Al otro lado de la calle había un café que vendía vino tinto, vermut, agua mineral y jugos de frutas, únicas bebidas obtenibles en Madrid. Por lo general había diez o doce voluntarios sentados en el bar, o en un barril de vino. La mayoría de los ingleses eran mineros de Gales o mecánicos del Norte. La mayoría de los norteamericanos parecían ser intelectuales, profesores o reporteros.

 Los americanos se quejaban de la virtud de las españolas. “Cuando sales con una de ellas, lleva un anillo de boda en una mano, y a su mamá en la otra”. Claro que había algunas prostitutas en Madrid, pero no parecían interesarles a los americanos, la mayoría de los cuales miraban a la prostitución como algo perteneciente a la moral capitalista. Algunos se habían casado con camaradas antes de salir para el frente.

 Conocí a Bill Lawrence, quien estaba encargado de las provisiones que el batallón Lincoln recibía: “Dile a la gente allá que lo que más necesitamos son tres cosas: chocolate, jabón y cigarrillos, especialmente cigarrillos “, me dijo. Todavía se quejaba, molesto porque algunas de las cosas que llegaban no eran necesarias. “Estábamos descargando una cajas grandes en Albacete, con la esperanza que fueran cigarrillos. ¿Sabes qué eran?: ¡preservativos! ¿Qué diablos podemos hacer con eso?”

 Página 311:” Casi todas las brigadas internacionales habían participado en la ofensiva de la sierra. Madrid estaba llena de voluntarios heridos, de todas las nacionalidades. Visité varios hospitales… uno de ellos el hospital 16…había sido la mansión de uno de los “Grandes de España”. Hasta hacía una semana parecía bastante bueno: no estaba saturado, los heridos no eran graves y estaban en buena condición espiritual. Un grupo de americanos sentados en torno a una mesa estilo rococó del siglo XVIII, comía huevos fritos en aceite de oliva, lo primero que probaban en tres días. Todos estaban de buen humor, reían y bromeaban como un equipo de fútbol después de haber ganado un encuentro difícil. Habían visto huir al enemigo. Habían colaborado en el bombardeo de Villanueva de la Cañada y habían avanzado más allá de ese lugar, hasta una carretera, la cual, decían, había quedado literalmente flanqueada en ambos sentidos, de cadáveres fascistas. Por ahora, querían recuperarse pronto para volver al frente.

Pero cuando visité el hospital 16 por segunda vez, con Dick, la atmósfera era sombría. Todos los cuartos estaban llenos de camillas, que a su vez estaban llenas de heridos graves. Mis amigos de la primera visita habían desaparecido. Unos habían vuelto al frente, otros habían ido a hospitales militares. Nos detuvimos junto a la primera camilla para inquirir, en un castellano a medias, si acaso había muchos americanos en esa sala. La contestación fue hecha igualmente en un medio castellano. Por medio de ella nos enteramos de que estábamos hablando con un inglés de Manchester. Nos dijo que había yanquis a todo lo largo y lo ancho de ese sitio sangriento. Pero el lugar estaba lleno de norteamericanos heridos. Uno de ellos se revolvía incesantemente. Le preguntábamos si podíamos hacer algo por él. No, nada. Las enfermeras le daban lo que necesitaba. El cuarto era demasiado caliente. El sol entraba por las ventanas sin cortinas. El piso estaba cubierto de polvo. Había bacinillas sin vaciar bajo los catres. Había moscas sobre las manchas de sangre de una sábana que no había sido cambiada hacía varios días. No había suficientes médicos ni enfermeras. Pero el chico herido pensaba que todo estaba perfectamente bien. Y no se iba a quejar frente a dos reporteros que podrían hacer una crítica mala contra la Brigada.

 En otros hospitales, con mejores condiciones conocí a varios americanos, entre ellos Martin Hourihan, comandante del batallón Lincoln, herido en ambos muslos; Hans Amlie, hermano del congresista Amlie, quien recibió un balazo en la espalda muy cerca de la espina dorsal. Al hablar con estos hombres, me pude figurar la gran ofensiva como la habían visto los de la infantería; un gran choque en la mañana del 6 de julio; el avance de algunos kilómetros, a través del territorio fascista sin siquiera disparar sus fusiles; la primera resistencia en Villanueva de la Cañada; los carlistas que salieron de la villa con sus uniformes azules, y una docena de niños al frente para que nadie les disparara ( y nadie lo hizo hasta que los carlistas lanzaron sus granadas y mataron e hirieron a media sección inglesa). No se tomó a nadie prisionero en Villanueva… de allí en adelante fue una lucha cruenta…los moros tenían la costumbre de castrar a los heridos antes de degollarlos…”

https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Abraham_Lincoln_Brigade

https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/b/b3/Lincoln_Battalion.jpg/430px-Lincoln_Battalion.jpg

https://memoriahistorica.org.es/tag/brigada-lincoln/

http://www.alba-valb.org/ (Abraham Lincoln Brigade Archives de Nueva York, sitio oficial con propuestas para colaborar y participar, book store, digital library, biografías, the volunteer magazine…)

Batallón Lincoln. Imagen:Abraham Lincoln Brigade Archives de New York-
3°Escuadrón Hell’s Angels de los Tigres Voladores sobre China, 1942, foto tomada por el piloto Robert T.Smith. Imagen: https://es.wikipedia.org(wiki)Tigres_Voladores