Congreso USA

 Siguiendo con la línea de referencia a Sherwood, obra citada (op.cit.) pag.178: “La devastadora campaña nazi de propaganda – la “estrategia del terror” – no era una simple creación de la fábrica de frases dirigida por Goebbels, sino que era, en el eslabonamiento de los sucesos, una realidad compuesta por las depuraciones sangrientas, los pogroms, el rearme, la reunión anual de negras masas, adoradores de la fuerza en Nüremberg, los campos de concentración, las quintas columnas que operaban con jactanciosa y despectiva sinceridad tras las fronteras de todas las naciones europeas y americanas que habían de ser presuntas víctimas de Hitler, y en fin, y como remate, aquella propaganda tenía como respaldo la aplicación de una fuerza incontrastable que tendía a hacer creer que toda resistencia sería estéril… Si la estrategia del terror bastaba por sí sola  para dominar el mundo, Hitler no tenía por qué temer los resultados de futuras batallas. Pero existían algunos pueblos a los que es peligroso alarmar; y el primero de ellos era el inglés, el segundo el ruso y el tercero el norteamericano”   

Congreso USA

 Referente a las tareas que desempeñó Harry Hopkins: Sherwood, op. cit. Pag. 186: “No tardó (Hopkins) en entablar íntimos tratos con el general de división James H. Burns, del Departamento de Maestranza del Ejército, tratos que persistieron en el curso de toda la duración de la Ley de Préstamos y Arriendos, del programa de producción llamado “de la Victoria”, del programa de ayuda a la Unión Soviética y del trabajo de la Junta de Distribución de Municiones.

Presidente F.D.Roosevelt

 John McCloy, secretario ayudante del Departamento de Guerra…ha escrito a propósito de Burns: “Prestó inspiración e ímpetu al programa en una forma por la que siempre merecerá bien de su país” (sic)

  Burns era lo que más le agradaba a Hopkins, es decir, un hombre de acción, y de los que trabajaban con energía. A principios de junio se celebró una conferencia entre Knudsen, Louis Johnson y Burns, en la cual Knudsen, hombre capaz y genial, pero absolutamente desprovisto de experiencia en materia de armamentos, no dejó de preguntar: “¿Cuántas unidades de material necesitan ustedes?”. La palabra “unidad” se refería a cosas tales como bombarderos pesados, balas de fusil, botas para paracaidistas, tanques, etc. Los cálculos del Ejército sobre todas aquellas cosas habían sido deliberadamente tímidos y modestos, por el temor de incurrir en el riesgo de solicitar algo más del mínimo necesario. Y así, la súbita decisión del Congreso en punto a consignaciones crediticias, cogió a los militares impreparados. No sabían, pues, cuantas “unidades” pedir. Pero Hopkins aconsejó a Burns que pidiera de todo. Tras un trabajo de 24 hs ininterrumpidas con su personal, Burns, exhibió un programa que incluía, entre otras cosas, la construcción de los 50.000 aviones de guerra solicitados por el Presidente. Este programa, una vez revisado por el Estado Mayor General, se presentó a Knudsen a los dos días de haberlo solicitado. Difícil sería exagerar el frenesí y el ansia que en aquellos días imperaba en Washington. En cierto sentido aquello resultaba ridículo, pero en otro sentido era patriótico y estimulante. Al fin aparecía la imagen de un gran pueblo que, carente de dirección, buscaba afanosamente la oportunidad de servir a su patria.

 Entre los muchos industriales patriotas a los que se llamó a Washington, figuraba Robert T. Stevens, uno de los principales manufactureros textiles de la nación. Cuando allí llegó, apenas tenía la más vaga idea de cuáles iban a ser sus deberes, pero Donald Nelson le dijo: “Vaya a los departamentos de Guerra y Marina y vea qué cantidad de productos textiles necesitan, para que trace la forma de atender a esas necesidades”.

 Stevens averiguó qué cantidades se necesitaban de uniformes, mantas, cortina para los casos de oscurecimiento, etc. lo cual no requería talento especial alguno, y después comenzó a pensar que acaso le hubiesen llamado para que pusiera en juego su imaginación. Procurando examinar todas las fases de la actividad bélica que podían implicar el uso de productos textiles, recordó los paracaídas. Ocurriéndosele que, teniendo cerradas para nuestros usos las manufacturas sederas de Italia y Francia, nuestra única fuente de suministros había de ser el Japón. Y si bien no conocía casi nada acerca de la situación internacional, no dejó de pensar que aquella fuente podía quedar cerrada para nosotros también. De manera que acaso nos conviniera ir apilando seda. Se informó de que el término medio del equipo paracaidístico necesario venía a ser de 4 paracaídas por avión, pasando de los bombarderos pesados (con una tripulación de 11 hombres) a los ligeros de caza (1 hombre), sin olvidar las reservas esenciales. Consultó a los oficiales administrativos de la Armada y el Ejército y estos le dijeron que a su juicio podían necesitarse un total de 9.000 paracaídas para el año siguiente –el de 1940-41- distribuidos así: 6.500 para la aviación del Ejército y 2.500 para la Armada. Pero Stevens practicó algunas multiplicaciones propias y dijo a los funcionarios militares que, a su juicio, iban a necesitarse 200.000 paracaídas en lugar de los 9.000 computados. Preguntaronle cómo había llegado a tan fantástica cifra y él contestó: -Puesto que el Presidente propone construir 50.000 aviones, yo he multiplicado esa cantidad por cuatro.

 Cabe decir que éste fue un caso extremo, pero en 1940 los casos extremos eran los típicos de la situación. No cito esto con el fin de que redunde en descrédito de los oficiales administrativos que en aquella transacción intervinieron, sino sencillamente como un ejemplo de la extensión en que la normalidad de los tiempos de paz, unida a un poco sensato respeto por el dinero de los contribuyentes, puede poner en peligro la vida de los contribuyentes mismos, por no hablar ya de la seguridad de la república”

Imagenes Congreso USA: https://es.wikipedia.org/wiki/Capitolio_de_los_Estados_Unidos

Imagen Presidente F.D.Roosevelt: https://es.wikipedia/wiki/Ley_de_Prestamo_y_Arriendo.

Imagen cartel «Lend-Lease Act»: www.elcajondegrisom.com