Seguimos citando a  Walter Lord, “Increíble victoria”, Barcelona, Plaza  Janes, 1969.

Los marines de Norris y Ringblom atacaron entre las acometidas de los Zeros y la artillería antiaérea de los buques.  Los japoneses salieron casi indemnes de este ataque, se prepararon para atacar a su vez a los portaaviones norteamericanos.

 Spruance decide lanzar el ataque desde el Hornet y el Enterprise.  Enterprise: escuadrilla 6 de bombarderos, jefe McClusky; escuadrilla 6 de cazas al mando de Gray; escuadrilla 6 de torpederos, Lindsay.   Hornet: escuadrilla 8 de torpederos, Waldron; escuadrilla 8 de TBF; escuadrilla 8 de bombarderos, Ring.

John C. Waldron U.S.Navy image

 Página 145: “…El jefe de Estado Mayor de Spruance, capitán Miles Browning, urgió para que se lanzara el ataque a la siete de la mañana. Browning era un hombre difícil, casi intratable, pero no había ninguna duda sobre su inteligencia. Calculaba que Nagumo estaría entonces a 155 millas de distancia, dentro del radio de acción de un ataque efectivo. Eso significaba un largo vuelo hasta el objetivo –prácticamente sin margen de seguridad-, pero era sumamente importante atacar lo antes posible. La clave de todo era la sorpresa…, atacar a los japoneses antes de que estos descubriesen a la Flota americana. Spruance comprendió. En principio su intención era atacar a las nueve. La  16 escuadra estaría entonces a unas 100 millas de distancia y eso permitiría un cierto margen de error para que los aviones encontraran al enemigo, descargaran su golpe y regresaran. Pero Browning era un hombre de confianza y si el jefe de Estado Mayor decía que a las siete, seguiría su consejo”

Yorktown U.S.Navy photo – U.S. Naval History and Heritage Command- es.wikipedia.org/wiki

(Otros autores difieren de esta versión en cuanto a la discusión entre Spruance y Browning acerca de la hora de largada del ataque. Ver: www.usni.org , United Naval Institute, artículo sobre Browning “Out of jaws victory” donde se reseñan las posturas de Samuel Morison, Clark Reynolds, Thomas Buell (biógrafo de Spruance), John Lundstrom, Craig Symonds. ( Herman Wouk en su novela sobre Midway difiere  de  Walter Lord)

 Página 146: “Era, sin embargo, una decisión dura de tomar. Los cazas tenían un radio de combate de sólo 175 millas y los torpederos, no mucho más. Habría pocas posibilidades de maniobra y menos aún para enderezar el rumbo en caso de errores de navegación. Muchos de los aviones estaban destinados a caer sobre el mar –esperaba que los destructores podrían recoger a las tripulaciones-, pero era un riesgo que había que correr.

 Al mismo tiempo Spruance asumió otro riesgo igualmente osado: atacaría a los japoneses con todo lo que tenía. Era una tentación reservar algo, pues los informes mencionaban que sólo dos de los cuatro portaaviones habrían de estar presentes. Quizás los otros se hallaban merodeando por algún otro lugar. Pero el servicio de información del CINCPAC (jefatura de la Flota del Pacífico:Almirante Nimitz) decía que estaban juntos y era de la máxima importancia descargar un golpe decisivo. Spruance decidió correr los riesgos…quedaría sólo un puñado de cazas y aviones de reconocimiento para volar en patrullas antisubmarinas y de combate aéreo. Eso también era afirmar mucho, pero era otro riesgo que había que correr

Enterprise U.S.Navy photo-
U.S.Naval History and Heritage Command- es.wikipedia.org/wiki

 Página 149: “La decisión de Spruance de arrojar contra el enemigo una “carga total” tenía su precio: sobre la cubierta de vuelo no podían estar a su vez más de la mitad de los aviones. A las 7.45 Spruance sintió que no podía esperar ya más…tendría que renunciar al plan de un ataque coordinado…En el Hornet, el 8 de torpederos de John Waldron estaba saliendo…para George Gay y los demás alféreces, se trataba de una nueva experiencia. Se preguntaban cómo de difícil sería despegar con aquel “trasto” como  invariablemente llamaban al torpedo. No sólo no lo habían hecho nunca, sino que tampoco lo habían visto hacer jamás”  (Las negritas son nuestras)

 Página 152: “Waldron se desplazó hacia el portaaviones central…el resto de 8 de torpederos se lanzó con él: el alférez Grant Teats, el maderero…, el alférez Harold Ellison, el agente de seguros…, el alférez Bill Evans, el intelectual metodista…; todos. Simples aficionados superados en número, avanzaron sin titubeos, pero tenían demasiado camino por delante y el portaaviones estaba aún a nueve millas de distancia”  (Las negritas son nuestras)

Página 153:   “…gran número de Zeros cayeron sobre ellos…el 8 de torpedos continuó avanzando atacado una y otra vez por los Zeros. Los artilleros de cola hacían todo lo posible para rechazar a los japoneses, pero ni siquiera las nuevas ametralladoras gemelas podían competir con ellos… (Waldron) al fin estaba realizando un ataque asestado directamente contra la garganta del enemigo. Era el desenlace de tantos meses –toda la instrucción, toda la psicología- aquello era a lo que había sido dedicada toda su vida…Luego cayó él también…”  “Pronto quedó solo el TBD de Gay”   Página 154: “Las balas acribillaban su aparato…su artillero, Bob Huntington, estaba herido…estaba llegando al portaaviones por su lado de estribor y al irse acercando, el buque volvió la proa hacia él, con el fin de ofrecer un blanco menor. Instintivamente (o para ser más exactos, gracias a aquellas lecciones teóricas desarrolladas en la pizarra) Gay viró a la derecha, cruzó sobre la proa del portaaviones y volvió a la izquierda…por su banda de babor. Todos los cañones del navío estaban disparando. A su alrededor, el aire se ennegrecía por las explosiones de las granadas antiaéreas, pero Gay continuó avanzando”  (Las negritas son nuestras). Gay tiró su torpedo y fue derribado.

 El sexto ataque americano no produjo daños a los japoneses. Pero a las 9.38 se avisto otra escuadrilla americana: el 7° ataque del 6 de torpederos de Lindsay quien tenía que lidiar con la velocidad insuficiente del TBD y la de los portaaviones que evadían el ataque.

Página 157: “Veinticinco Zeros picaron sobre el 6 de torpederos…los artilleros respondían al fuego lo mejor que podían; los pilotos se encogían y esperaban. No podían esquivar; no podían maniobrar; todo dependía de que mantuvieran el rumbo. Paul Riley…Tom Eversole…el propio Gene Lindsey, cayeron unos tras otros envueltos en llamas. Cayeron también otros más, pero el resto siguió avanzando con lentitud, en dirección al portaaviones. Estaba también la artillería antiaérea, tuvieron que sufrir sus andanadas…obligaban a desviarse un poco más, haciendo más largo el trayecto. No consiguieron una buena posición de tiro, pero eso no les impidió intentarlo”

Sólo cuatro TBD lanzaron su torpedo, los otros diez habían sido derribados.  Página 158: “Durante más de veinte minutos, los hombres del 6 de torpedos se habían batido contra toda la Flota japonesa de portaaviones”

Clarence Wade McClusky –www.history.navy.mil

 Las escuadrillas del Hornet no encontraron a la Flota enemiga y debieron volver a su portaaviones. El 6 de bombarderos Dauntless de Wade McCluskey seguía buscando al enemigo. Página 162: “Los aviones llevaban mucho tiempo en el aire. Habían ascendido, pesadamente cargados, hasta seis mil metros. Los pilotos menos expertos estaban consumiendo, era probable, más gasolina que él…y él estaba consumiendo mucha…Mientras los bombarderos del Hornet y del Enterprise buscaban en vano, el almirante Fletcher, en el Yorktown, no permanecía ocioso. Había enviado hacia adelante su 16 escuadra, recuperado sus aviones y navegaba en seguimiento del Hornet y el Enterprise. El problema de Fletcher consistía en hallar la mejor manera de apoyar a los otros dos portaaviones. ¿Debía lanzar todo contra el mismo objetivo que estaban atacando? ¿O debía reservar algo?    Se habían avistado dos portaaviones pero debían ser cuatro que no sabía todavía donde estaban. Se planeo un ataque coordinado desde el  Yorktown con Max Leslie, jefe del 3 de bombarderos, Lem Massey, jefe de los torpederos n° 3 y Jim Tacht, jefe del 3 de cazas.

 Página 165:  “Los doce lanzatorpedos de Lem Massey se elevaron al cielo…El teniente Paul Holmberg, que marchaba inmediatamente detrás de él, fue zarandeado por la corriente de aire levantada  por la hélice del primero y estuvo a punto de precipitarse al agua. Constituía una dificultad adicional la bomba de 450 kilos que llevaba; era la primera vez que despegaba con semejante carga”   (Las negritas son nuestras)

 Página 166: “Continuaron volando juntos en una especie de formación vertical. En la base estaban, naturalmente, los lanzatorpedos, a 450 metros de altura; luego los cazas, manteniéndose lo bastante bajo para cubrirlos; y por fin, los bombarderos…a casi 5.000 metros”.  De repente los Zero atacaron a los lanzatorpedos que caían uno tras otro, Massey fue derribado incendiándose. El artillero del teniente Corl, Lloyd Childers, con sus ametralladoras encasquilladas, disparó su 45 contra los Zeros. Diez de los doce aviones de Massey fueron derribados.

 Los japoneses habían rechazado ocho ataques en tres horas. Ya tenían armados y sobre las cubiertas de los portaaviones a 93 aviones cuando divisaron otra oleada de bombarderos americanos sobre ellos

  Página 169: “Gaite Ogawa, volando sobre el Akagi en la patrulla aérea de Combate, pensó que los dos últimos ataques con torpedos eran los más peligrosos de la mañana. Los aviones maniobraban mejor que los bombarderos anteriores y costaba más derribarlos. Además tenían la costumbre de permanecer por los alrededores después de realizar sus ataques; eso era fastidioso porque significaba que había que perder más tiempo aun persiguiéndolos”    (¿Sería porque eran veteranos de la batalla del Mar del Coral?)     “Aquel nuevo ataque constituía una buena muestra de los problemas de Ogawa…eran sólo doce TBD y unos cuantos cazas; sin embargo provocaron dificultades incontables. Fue preciso que les hicieran frente los aparatos de protección aérea de los cuatro portaaviones. Y entretanto, no quedó nadie para patrullar  en las alturas”

Maxwell F. Leslie –U.S.Navy en.wikipedia.org

 Los japoneses habían rechazado ocho ataques en tres horas. Ya tenían armados y sobre las cubiertas de los portaaviones a 93 aviones cuando divisaron otra oleada de bombarderos americanos sobre ellos

Lance «Lam» Massey- Naval history and Heritage Command – en.wikipedia.org

 Página 171: “La gasolina de Tony Schneider se había agotado casi por completo…; el depósito de Bill Pittman se estaba vaciando…; y los nervios de todos estaban llegando al límite de su tensión. Pero Wade McClusky continuaba volando obstinadamente”  Siguió a un barco japonés y dio con la Flota con los cuatro portaaviones incluidos. Estaban esquivando un ataque con torpedos, no había caza protectora. Por falta de coordinación veinticinco bombarderos apuntaron hacia un  sólo portaaviones  Página 174: “Durante unos increíbles segundos, el portaaviones pareció no reparar en ellos. Antes había estado girando, pero ahora navegaba proa al viento, disponiéndose a lanzar sus aviones…A unos 550 metros  (McClusky)asió el mando que tenía a la izquierda, accionó el mecanismo de lanzamiento de la bomba y se alejó con tanta rapidez como pudo. Uno tras otro los veinticinco aviones hicieron lo mismo. Wade McClusky, al frente del grupo, percibió la imagen de una limpia cubierta de madera…y varios aviones calentando sus motores hacia popa. Earl Gallagher…vio surtidores de agua producidos por bombas que habían fallado por poco el blanco y el cegador estallido de su propia bomba al caer entre los alineados aviones”

Richard Best – es.wikipedia.org

 El “certero” Goldsmith: (o, si está bien dicho en inglés: “Goldsmith got it”…:   pág. 175: “Y le llegó el turno también al alférez George Goldsmith, el vigesimoquinto y último hombre. Para entonces el portaaviones era ya un llameante despojo que giraba con violencia a la derecha en un desesperado intento de evitar más impactos. Goldsmith lo mantuvo en sus mirillas. En el asiento trasero, el radiotelegrafista James Patterson iba cantando la altitud a medida que descendían. Durante los ejercicios de bombardeo en picado, soltaban normalmente las bombas a unos 650 metros. Esta vez, la aguja del altímetro bajó de los 600 metros y continuaron descendiendo. Marcó 450 y, por fin, Goldsmith accionó el mecanismo. Patterson contempló estupefacto los resultados: “Había sido el peor bombardero en picado del mundo durante los vuelos de prácticas. Yo había volado otras veces con él, pero aquel día el alférez Goldsmith se ganó hasta el último céntimo invertido en él al colocar nuestra bomba sobre la cubierta de vuelo, justo en el centro del buque”.

 “A 4.500 metros de altura, Dick Best torció a la derecha y se dirigió hacia el portaaviones siguiente, más al Este. No habiendo captado las instrucciones de McClusky, pensaba que el comandante se había inmiscuido con su objetivo, pero lo peor de todo era que la mayor parte del 6 de bombarderos   se había unido a los otros. A él solo le quedaban los cinco aviones de su propia división para realizar su ataque. Muy bien; tendrían que hacerlo”   el segundo portaaviones continuaba su marcha para lanzar sus aviones, no había fuego antiaéreo. Best se lanzó en picado… Página 176: “Casi no podía creerlo. Había imaginado durante meses aquel momento, y allí estaba, al fin. La amarilla cubierta de vuelo, el gran círculo rojo, todo exactamente igual que como lo había imaginado. Había sabido siempre que aquella era una guerra real, que había en alguna parte un enemigo real, que él sería enviado en misiones reales para dar caza y ser cazado. Aun así nunca le pareció de veras real hasta entonces –aquel momento- en que estaba realmente combatiendo.

Examinó con frialdad la cubierta de vuelo japonesa, apuntando su mirilla telescópica a un punto situado delante del puente y en el centro del buque…Sus otros cuatro aviones avanzaban detrás de él y no resultaba cosa fácil. Todos los pilotos  estaban de acuerdo en que nadie picaba más brusca y pronunciadamente que Dick Best. Pero continuaron en (pos) de él, preguntándose si el jefe enderezaría alguna vez el vuelo. Decidiendo, en apariencia, que no lo haría jamás, uno de los aviones lanzó su bomba demasiado pronto, pero los demás continuaron. Best  (“el obstinado Best) continuó picando hasta encontrarse en buena posición; entonces, en el último segundo, accionó la palanca de lanzamiento de la bomba.  Pero tampoco entonces remontó el vuelo. No había estado entrenándose todos aquellos años para perderse el impacto de su primera bomba. Se echó con brusquedad hacia atrás, acostó, literalmente su aparato sobre el costado y la cola y permaneció allí, mirando desde su improvisada butaca de primera fila.  Página 177: Su bomba cayó de lleno a la altura del puente. Otras dos  dieron un poco más atrás. Las tres convirtieron en un montón de llamas  los aparatos del portaaviones”

Eugene Lindsey – U.S.Navy memorial hall.org
es.wikipedia.ord/wiki USS Hornet