De las memorias del soldado paracaidista Donald R. Burgett del 506º Regimiento de la gloriosa 101º División Aerotransportada: “¡Currahee!”, edición en castellano: “Cuando gritan las águilas”, Buenos Aires, Javier Vergara Editor, l980, pag.188: herido en acción de guerra en Normandía, lo deben operar en el hospital 2l6 de las afueras de Coventry siendo tratado con sumo cariño y consideración por el personal del mismo: “…Ese día no me dieron desayuno, ni almuerzo, ni cena… después una enfermera me administró una inyección y me di un baño.

Estampilla Roosevelt

Me operarían menos de una hora más tarde. El ordenanza llevó una camilla rodante y me ayudó a tenderme en ella para el viaje a la sala de operaciones. –Espera un momento –le dije-, tengo que tomar algo de mi cama. Me llevó de nuevo y recuperé las dos pistolas que había escondido allí al llegar. El ordenanza abrió la boca como si fuese a decir algo, pero lo pensó mejor y me llevó a la sala de operaciones sin hablar. Las tres enfermeras me hicieron toda clase de preguntas mientras trabajaban. Las tres eran de Detroit… rieron cuando les pregunté si sabían donde estaba Rouge Park. Una contestó que sólo de noche podía encontrar el Rouge Park. Eso me pareció enormemente gracioso y no pude dejar de reír en forma incontrolable, ni siquiera cuando me ataron los brazos a tableros que sobresalían de los costados de la mesa de operaciones. El medico se acercó y me habló un instante. Luego cuando retiró la sábana que cubría mi cuerpo desde la cintura aparecieron a plena vista las dos pistolas. Le dije que la 45 era de mi padre y la P-38 el único recuerdo que había logrado rescatar del combate. Se quedó mirándome un momento y luego volvió a una bandeja llena de instrumentos. Una enfermera me clavó una aguja en el brazo… me dijo que contara de 10 a 1. Llegué a 8 y me dormí. Eso era a las seis de la tarde. Cuando desperté era de mañana, estaba de nuevo en mi cama… sentí que algo se deslizaba de mi vientre, miré por debajo de la sábana y vi las dos pistolas. El medico se había asegurado que las tuviese “.

¡A estos “locos”, valientes y nobles cowboys creyeron los nazis ganarles la guerra! Pero además la idea es demostrar todas las áreas que hicieron posible la conversión de todos los recursos de un país en tiempos de paz a la preparación de un estado de guerra, de un país sumido en el aislacionismo a la ayuda a Gran Bretaña y otros países ya en guerra en Europa.

Leemos en “Roosevelt y Hopkins, una historia íntima” (“Roosevelt and Hopkins an intímate history” de Robert Sherwood, Barcelona, José Janes Editor, ,1950,tomo I, pag.7; en la introducción dice Sherwood: “Una cosa que me impresionó profundamente fue comprobar la mucha extensión en que los años del New Deal prepararon a Roosevelt y a Hopkins, así como al pueblo norteamericano en su conjunto, para los gigantescos esfuerzos que les exigió después una guerra totalitaria. Esa capacitación espiritual para enfrentarse con un poder maligno era condición primordial y previa de que el pueblo llegase a comprender que en la guerra también podían prestar servicios útiles ciertas cantidades de tanques, bombarderos y portaaviones…”.

Y página 64: “Todo juicio sobre la administración de Roosevelt debe tomar en consideración el hecho de que en los años siguientes a 1933, el Gobierno de Washington alcanzó un incomparable conocimiento de las aspiraciones, necesidades y temores del pueblo norteamericano, conocimiento que acreditó tener suma importancia cuando ese pueblo fue llamado a realizar los esfuerzos sin precedentes que la Segunda Guerra Mundial le exigió”.

Y página 86 referente a la aprobación pendiente en el Senado del proyecto de obras y socorros en 1934, siendo aprobado el proyecto con una serie de restricciones:

“Una de dichas restricciones debida principalmente a la intervención del senador Borah, presenta ahora un efecto lamentable si la consideramos a la luz de los acontecimientos subsiguientes. La enmienda rezaba: “Ninguna parte de estas asignaciones… se utilizará en la producción de municiones, barcos de guerra o material naval o militar”. Roosevelt había usado fondos de la PW: Public Work Administration, primero conocida con el nombre de Federal Emergency Administration of Public Works, junio de 1933, luego de aprobarse la National Industrial Recovery Act-NIRA para dedicarlos a construcciones navales, entre ellas los portaaviones Enterprise y Yorktown pero los aislacionistas empezaban ya a apegarse a la idea de que el mejor modo de eludir la guerra era no prepararse para ella”.

Se diría que Harold Laski en “Reflexiones sobre la revolución de nuestro tiempo” (“Reflection on the revolution of our time”), 3° edición, Buenos Aires, Editorial Abril, 1946, rubrica las consideraciones de Sherwood cuando en el prefacio escribe: “…También he sido influido por la habilidad con que el presidente Roosevelt enseñó al pueblo norteamericano cómo sólo puede ser dueño de sí mismo en la medida que presta sus servicios a la libertad, y espero que no se me habrá escapado el significado de la oposición que tan soberbiamente sostuvo hasta que el Japón, en Pearl Harbor, reveló sin lugar a dudas la índole del problema.

Imagen paracaidistas 101°División Aerot.: https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:101st Airborne Division-WW2-01 jpg