Thomas Mann,  “El triunfo final de la democracia”, Buenos Aires, Editorial Losada, 1938. Traducción de Alfredo Cahn.

Contiene:” El triunfo final de la democracia”, “Cultura y socialismo”: ambos son una  ampliación de una conferencia pronunciada durante la primavera de 1938 en quince ciudades de EEUU  y “Un llamamiento a la razón”, de una conferencia pronunciada en Berlín, el 17 de octubre de 1930.   

En “Cultura y socialismo” detalla con sinceridad los motivos y la visión que tuvo  en la época que escribió su controvertido ensayo “Consideraciones de un apolítico”, obra que fue: “…una lucha de retirada de gran alcance, la última y postrera de una mentalidad burguesa germano-romántica, presentada con plena conciencia de su falta de perspectiva de éxito y, por lo tanto, no carente de nobleza. Una lucha presentada, incluso, comprendiendo el vicio y la insania espiritual de toda simpatía con los destinados a morir, pero, en verdad, también con un desprecio estético, demasiado estético, por la salud y virtud que se sentían y se escarnecían como suma y esencia de aquello que se abandonaba, luchando: la política, la democracia…”

 “¿Cuál fue, pues, la noción fundamental del libro?: ¿el axioma de la patria?  Fue la coincidencia de política y democracia y la natural condición no alemana de este complejo, es decir, la natural extrañeza del espíritu alemán frente al mundo de la política y de la democracia al que oponía, como esencialmente suyo, el concepto apolítico aristocrático de la cultura. Fue la sensación oscura e infalible de que dicha extrañeza y rebeldía eran la causa de la guerra y fueron los motivos que hundieron a Alemania en la soledad y enardecieron y movilizaron al mundo contra nosotros… ¡La cultura alemana! No hubo, en 1914, nada más odiado y vilipendiado en el mundo que ella…sin embargo no debía sorprendernos la polémica enconada del mundo adversario contra esa K mayúscula, (Kultur) aunque es natural nos doliera y aguijoneara para defender lo nuestro. Mas no debíamos ni podíamos reírnos de ella ni rechazarla por absurda, pues el concepto de la cultura estaba, efectivamente, en la médula de nuestra propia ideología de guerra, tal como el concepto político-democrático de la “civilización” estaba en la médula de la ideología de guerra enemiga…Todo el conservadorismo alemán, la voluntad de dejar intacta la tradicional idea alemana de cultura, había de combatir, en la esfera política, la forma de Estado republicano-democrático, por extraña al país y al pueblo, por falsa y espiritualmente contraria a la realidad…”

Estas y otras explicaciones son importantes para poner muy en perspectiva la acusación que se le hizo a Thomas Mann de ser uno de los que provocó la desconfianza en la República de Weimar, de la idea y la vida en democracia, con la publicación de sus “Consideraciones de un apolítico”, siendo uno de los más reconocidos autores de habla alemana contemporánea.

En 1926 durante  su visita a París, en conferencias y agasajos, procura cerrar las heridas de la guerra, acercar a los pueblos avivando las fuerzas de la cultura y la democracia no sólo en Alemania y Francia sino en toda Europa.

“El socialismo alemán, invención de un sociólogo judío educado en Europa occidental, ha sido siempre maldecido a causa de la devoción alemana por la cultura, y por extraño y antipopular, como herejía de pura sangre y con razón, pues significa la descomposición de la idea de pueblo y de comunidad cultural. Este proceso de descomposición ha progresado, en efecto, hasta tal punto, que actualmente no debe verse en el complejo de ideas culturales del pueblo y de la comunidad más que mero romanticismo, pues la vida, con todo su contenido actual, henchido de porvenir, pertenece al socialismo”    (Lo resaltado es nuestro)

 “El socialismo, el proletariado demuestra una voluntad indudablemente mejor y más viva que su contrincante cultural…ya se trate de la legislación, ya de la racionalización de la vida pública o de la constitución internacional de Europa… La actual insuficiencia de la tradicional espiritualidad alemana, el hecho de que ya no sea capaz de orientar y ayudar al sentido de búsqueda y afán de porvenir, por íntimamente que se sienta ligado a él, se deben a la circunstancia de que excluye el ideal socialista”

“El radicalismo político, esto es, entregarse a la doctrina de la salvación comunista, indica una fe en el poder salvador de la idea social, de la clase proletaria que, al fin de cuentas, corresponde tan poco a ésta como a la “cultura”; es decir una fe en la posibilidad de redención del hombre por sí mismo, que sólo puede profesarse en un estado de fanático aturdimiento. Lo definitivamente alemán sería una alianza, un pacto entre la idea conservadora de la cultura y la idea social revolucionaria, entre Grecia y Moscú, por decirlo gráficamente. No es la primera vez que afirmo que Alemania sólo se sentirá bien, sólo se habrá encontrado a sí misma cuando Karl Marx haya leído a Friedrich Hölderlin, encuentro que por lo demás está a punto de realizarse. Queda por agregar, que tal encuentro resultaría estéril si el reconocimiento no llegara ser recíproco.”   

 De “El triunfo final de la democracia”: “Europa ha tenido que aprender mucho de América respecto a lo que es la democracia. Fueron estadistas y poetas americanos, como Lincoln y Whitman quienes anunciaron al mundo con palabras aere perennius  (perdurablemente) el pensamiento y el sentimiento democrático, un humanismo democrático y, sobre todo respecto a Whitman, el mundo no ha producido seguramente otro maestro de la palabra que haya sabido elevar como él un principio social democrático a la embriaguez lírica y dotarlo de un contenido sentimental poderoso, deliciosamente mezclado de espíritu y sensualidad… América advierte también que la democracia no es un bien asegurado, que es combatida y está gravemente amenazada desde dentro y desde fuera…la verdadera fuerza opresora de las ideas y tendencias que hoy amenazan a la democracia y la colocan en situación problemática, es el atractivo de la novedad que aquellas encierran. Sobre él insisten, de él se vanaglorian. Su gesto revolucionario, su actitud juvenil y prometedora de una vida nueva debe de seducir a la juventud del mundo, y no pocas veces así sucede, por lo menos en Europa. A mi juicio, la que sucumbe a esta seducción es una juventud engañada…”

 “…Mi gran colega noruego, Knut Hamsun, por ejemplo, hombre ya muy viejo, es un ferviente fascista. Actúa en su propio país a favor de ese partido y no tuvo empacho en insultar y escarnecer públicamente a una víctima del fascismo alemán, famosa en el mundo entero. Me refiero al pacifista Ossietzky”

Biografía von ossietsky: https://www.nobelprize.org/prizes/peace/1935/ossietzky/biographical/

“… Es evidente que la predisposición para el miasma fascista no tiene nada que ver con la edad; es más bien una cuestión de inteligencia, del carácter, de la verdad, del sentimiento humano, en fin, la que decide al respecto cualidades que son propias o impropias de la vejez, lo mismo que de la juventud, y esto resueltamente no prueba de ninguna manera la perspectiva revolucionaria del fascismo”

 “…el fascismo también tiene raíces profundas y tal vez indestructibles en lo humano, pues su esencia es la fuerza. Cree, practica, ama, honra y ensalza la violencia física y espiritual; en ella ve no sólo la última sino también la prima ratio (primera razón)  -y sabemos demasiado bien que la fuerza es un principio humano e inmortal, lo mismo que  su contrario, la idea del derecho”

 “…quiero dar al nombre de la democracia un sentido muy amplio, mucho más amplio de lo que permite suponer, de primera intención, la acepción netamente política de ese nombre, pues lo vinculo a lo más humano: a la idea y lo absoluto, lo relaciono con la dignidad del hombre insobornable, al que ningún envilecimiento del poder consigue destruir. Y así he de proceder para cumplir el deseo expresado de profesar mi  fe en la victoria final de la democracia sobre las tendencias y fuerzas que hoy la amenazan”  (Lo resaltado es nuestro. Recuérdese que estas son conferencias de 1938)

“…Aquella fe debe basarse en la extra temporalidad humana de la democracia y en consiguiente capacidad de renovación infinita, en su tesoro inagotable de juventud potencial, nutrido por lo absoluto…”

Thomas Mann – Erster Tonfilm eines deutschen Autors (1929)   You Tube : Worte zum Gedächtnis Lessings (1929)

BBC-Reden 1941-1945. Radioansprachen aus dem amerikanischen Exil.: Thomas Mann – Deutsche Hörer 1 – November 1941  You Tube

Rare 1940 Audio: Thomas Mann Explains the Nazis’ Ulterior Motive for Spreading Anti-Semitism

“Hay que definir la democracia como la forma estatal y social que se inspira más que cualquier otra en un sentido idéntico al de la conciencia de la dignidad humana”

 Respecto al uso del terror por las dictaduras dice: “… su goce de  deshonrar a los hombres es sórdido y patológico. Lo prueba y demuestra el trato que en Alemania se da a los judíos, los campos de concentración y cuanto en ellos ha sucedido y sucede. Toda picota, toda deshonra y difamación, el cortar el cabello, la mancha negra, la imposición de la autodestrucción moral, el desgarramiento del espíritu y el alma, por obra de la tortura física…todos estos son recursos de un goce, al cual se honraría excesivamente llamándolo, diabólico, ya que no es más que enfermizo”   (Lo resaltado es nuestro)“Hay una caricatura del moderno anti intelectualismo que ya no tiene nada que ver con la democracia, sino que lo sitúa en medio del bajo mundo demagógico del fascismo: es el desprecio de la razón clara, la negación y violación de la verdad en beneficio del poder y del interés estatal, la sedición de los instintos sordos, el llamado “sentimiento”, el absolver a los tontos y perversos del uso riguroso de la razón y la lógica, el imperio de la villanía; una grosería bárbara en suma, al lado de la cual lo que llamamos democracia tiene en verdad un carácter altamente aristocrático. Es que en general el contraste entre la democracia y la aristocracia está insuficientemente justificado en la vida; la una no siempre es auténtica contraria de la otra. Si aristocracia significase siempre verdaderamente “el gobierno de los buenos, de los mejores” resultaría deseable como representación de aquello que exactamente entendemos por democracia. El demócrata Benes, el demócrata Roosevelt, el demócrata León Blum  son, tanto como tipos personales y humanos que como estadistas, indudablemente más aristocráticos que el tipo Hitler o Mussolini. Pero el que un humanismo aristocrático represente  políticamente el principio de la democracia se debe a que el espíritu, si bien ennoblece y es de por sí una manifestación del refinamiento y de la superioridad, constituye en virtud de su relación y solidaridad con el conocimiento, con la verdad, la justicia y por ser lo contrario de la fuerza y brutalidad, el paladín y representante de la democracia en el mundo. La democracia verdadera, tal como nosotros la entendemos, no  puede prescindir nunca de un dejo aristocrático –debiendo interpretarse el término “aristocrático” no en el sentido de prosapia y privilegios de una u otra especie- sino en el sentido espiritual”

  “En una democracia que no respete la vida superior del espíritu ni sea determinada por éste, la demagogia  puede desplegarse libremente, reduciéndose el nivel de la vida nacional al de los ignorantes e incultos, en vez de predominar el principio de la educación y la tendencia a elevar las capas inferiores hacia la cultura…De ello (la demagogia) son un ejemplo y modelo las llamadas arengas culturales del citado Führer, entre cuyas consecuencia prácticas está el hecho de que se haya colocado en el cepo, simbólicamente y casi personalmente, a pintores alemanes de fama mundial como Corinth, Kokoschka, Pechstein, Klee, Hofer, Marc y Nolde y que en una exposición de “arte degenerado” se haya expuesto sus obras a la burla de aquellos hombres cuyo exponente calificado es el referido orador cultural”

Apenas unas muestras para sugerir el maravilloso mundo de estos artistas:

Respecto de Lovis Corinth vease mi cuento «Mi cuadro» en la sección “Literatura de ficción” de  este blog.