“Increíble victoria” de Walter Lord, página 85 :(este segundo ataque) “fue comunicado enseguida por radio al Yamato donde la oficialidad del almirante Yamamoto reaccionó con considerable sorpresa. Era todo muy desconcertante: primero, haber sido avistados a las nueve de la mañana…luego los B-17…; y ahora aquel ataque con torpedos. Desde luego, nadie esperaba que los americanos actuaran con tanta rapidez. El capitán Kuroshima había esperado que no encontraran el convoy hasta después del ataque de Nagumo (a Midway) el día 4. Aquí se habían adelantado un día, atacando ya a los transportes a 600 millas mar adentro.
Para los detractores que estén pensando que todo esto fue posible por conocer las claves niponas; además de este conocimiento los almirantes americanos decidieron echar mano de todos los recursos posibles (torpedos desde los PBY), exploración ininterrumpida a distancia, atacar aun cuando el convoy de invasión estaba a 600 millas de Midway…
Página 87: un memorándum del servicio de información japonés decía: “Aunque el enemigo carece de voluntad combativa, es probable que contraataque si nuestras operaciones de ocupación progresan satisfactoriamente”
El director de cine John Ford fue enviado a la isla para filmar lo que aconteciera, sus tomas quedaron para la Historia. El escuadrón estacionado en Midway de los Marines, el VMF-221 consistía en siete F4F y dieciséis Buffalo anticuados, jefe de escuadrón mayor Red Parks.
Página 94: “El alférez Thomas J.Wood, del Hornet, se hallaba exultante. Como el resto de los pilotos del buque, no sabía nada de combates, jamás había tenido siquiera la posibilidad de aprender lo que era el miedo. Era joven y agresivo, y alardeaba ante todo el que quisiera escucharle de que él en persona hundiría el Akagi…No ocurría igual con algunos de los pilotos de torpederos. Llevaban demasiado tiempo para dejarse arrastrar por la excitación. Habían participado ya en suficientes refriegas como para saber que ni la moral más alta puede compensar las deficiencias de material. Y sabían que aquellos “TBD” eran trampas mortales…; la velocidad de cien nudos, el lento ritmo de ascenso, los calamitosos torpedos”… Nadie conocía la verdad mejor que el comandante Massey, jefe del 3 de torpederos del Yorktown…Cuando salieran al otro día, no veía cómo iban a regresar…(en cambio) el comandante John Waldron del 8 de torpederos del Hornet albergaba una impetuosa pasión y un encendido deseo de atacar al enemigo. Hacía trabajar con implacabilidad a sus hombres, luchaba por obtener más material o cualquier cosa que le permitiera vencer. (A este escuadrón pertenecía el alférez George Gay, único sobreviviente del ataque) Página 96: “Aquella noche del 3 de junio, habló sobre uno de sus temas favoritos: el ángulo óptimo de ataque sobre un objetivo que vira bruscamente. Se mostró todo el tiempo con la severidad acostumbrada, pero cuando terminó la reunión, pareció sentirse casi avergonzado mientras entregaba un mensaje final multicopiado junto con su plan de ataque:
“Sólo unas palabras para deciros que creo que estamos preparados. Hemos tenido muy poco tiempo para la instrucción y hemos trabajado en medio de las mayores dificultades. Pero hemos hecho todo cuanto era humanamente posible. Creo de verdad que en estas condiciones somos los mejores del mundo. Mi mayor esperanza es que encontremos una situación táctica favorable, pero si no es así y ocurre lo peor, quiero que cada uno de nosotros se esfuerce al máximo por destruir a nuestros enemigos. Si sólo queda un avión para realizar un ataque final, quiero que ataque y consiga un impacto. Que Dios esté con todos nosotros. Buena suerte, feliz aterrizaje y enseñadles lo que es bueno”
Página 103: “Gene Lindsay, jefe del 6 de torpederos había sido derribado hacía unos días. Rescatado de las aguas con la espalda malherida, estaba destinado a ser relegado por tiempo indefinido. Y ahora allí estaba, no sólo levantado sino también resuelto a volar en su avión. Cuando uno de sus pilotos le preguntó cómo se sentía, Lindsay respondió: – Ha llegado el momento para el que nos hemos estado preparando y saldré con mi escuadrilla.”
Página 104: “En el Enterprise, el comandante McClusky empezó a reunir su equipo de vuelo… su artillero entró para comunicarle que se le acababan de romper las gafas… McClusky llamó apresuradamente al 6 de bombarderos en picada para pedir un artillero que no necesitara gafas y a los pocos momentos apareció un muchacho de aspecto despierto llamado Chochalousek. Carecía de experiencia en combates, pero acababa de salir de la Escuela de Artillería aérea…, magnífica noticia para recibirla precisamente en aquel día.” El teniente William Chase, volando de patrulla su PBY vio cazas y bombarderos japoneses que volaban dirección Midway, lanzó el aviso: “Muchos aviones se dirigen a Midway. Situación 320; distancia, 150” La noticia llegó al almirante Spruance y al almirante Fletcher. Los F4F de la isla atacaron a los Zeros. Página 112: “A medida que los cazas americanos se precipitaban al mar o regresaban trabajosamente a Midway fue quedando claro que la mayor ventaja japonesa radicaba en el Zero…los pilotos americanos estaban asombrados. Como a la mayor parte de los yanquis, se les había enseñado a pensar en los japoneses como un pueblo imitativo, que no podía hacer gran cosa por sí solo. Y ahora, tenían allí un caza que podía en velocidad y en rapidez de maniobra a cualquier avión de los Estados Unidos”
“Por su parte los pilotos de Nagumo se llevaron también una sorpresa. Tenían varias ideas fijas acerca de su enemigo. Al igual que la mayoría de los japoneses, creían que los americanos tenían poco entusiasmo por la lucha y se doblegarían con facilidad en cuanto las cosas se pusieran mal. Sin embargo los marines estaban lanzándose a la batalla con un espíritu digno de los samuráis. Desplegaban también una táctica mejor de lo que habían esperado; Hashimoto estaba estupefacto por la forma en que habían picado tan inesperadamente sobre ellos.”
Página 118: “El VMF-221 había desaparecido virtualmente: de los 25 aviones que se habían enfrentado a los japoneses, 23 habían sido derribados o puesto fuera de combate. Es mi creencia –observaba el capitán Philip White en su informe de la acción- que todo jefe que ordene a los pilotos entrar en combate en un F2A-3 (“Brewster Buffalo”) debe considerar al piloto como perdido antes de despegar”. Comprensiblemente amargo, pero un jefe debe combatir con lo que su país le da”
El siguiente ataque norteamericano fue un ataque no coordinado, idealmente, la coordinación comporta cazas, bombarderos en picado y torpederos atacando todos juntos, lo mismo pasó con los B-26.
Cuatro B-26 al mando del capitán Collins: (pág. 123): “También ellos habían volado siguiendo su propia iniciativa: nada de reuniones ni planes para operar con los TBF, los B-17 o los marines. Simplemente, tenían un objetivo y allí estaban…apareció de súbito una horda de Zeros…lo malo era que los portaaviones se hallaban demasiado bien protegidos por el lado más próximo. Era preciso describir un círculo hasta su estribor a fin de poder llegar hasta ellos. Y eso significaba sortear toda una línea de destructores de escolta…Collins condujo a su grupo a través de una cortina de fuego antiaéreo….Mientras volaban a 65 metros de altura, una voz desconocida gritó en un avión: “¡Chico, si mi madre pudiera verme ahora!” Página 124: “Los artilleros japoneses disparaban al agua para ver donde daban las balas. Utilizando los salpicones como puntos de referencia, enderezaban sus disparos contra los B-26. Pero ellos continuaron impertérritos.”
(Negritas nuestras)
“Collins soltó por fin su torpedo a 250 metros…Muri iba muy cerca de él, con los Zeros volando dentro de la línea de fuego de su propia Flota en un desesperado esfuerzo por detenerlo.” Soltaron su torpedo e incluso ametrallaron al buque japonés. Página 125: “Los Zeros acribillaron a balazos el tren de aterrizaje, los depósitos de combustible, las palas de las hélices, la radio, todo el borde de un ala. Hirieron al sargento Ashley en la torreta de cola y al cabo Mello en las ametralladoras laterales. Con un esfuerzo supremo, Mello se arrastró hasta la carlinga, cubierto de sangre, para comunicar que el aparato estaba incendiado y que “todo el mundo ha sido tocado allí atrás”. Página 126: “Ninguno de los TBF se acercó lo suficiente como para realizar un disparo eficaz y cinco de los seis fueron derribados lejos de los portaaviones. Página 127: “El Almirante Kusaka se encontraba extrañamente turbado y sorprendido. Creía que sólo los pilotos japoneses hacían cosas así”…”A los ojos prácticos del teniente Ogawa, no se trataba un esfuerzo muy profesional. No existía coordinación alguna entre los TBF y los B-26…; los torpedos habían sido lanzados a demasiada distancia…los aviones se habían acercado todos por el mismo lado. No era de extrañar que no hubieran conseguido nada. Sin embargo el ataque había logrado más de lo que creía Ogawa. Ponía fin a todas las dudas planteadas en torno a un segundo ataque a Midway. Era de allí de donde procedían esos aparatos…Nagumo ordenó el rearme de su segunda ola de ataque: los aviones lanzatorpedos debían transportar bombas, los bombarderos en picado debían sustituir los proyectiles anti blindaje por los de contacto instantáneo” (Habían estado armados para atacar a los portaaviones americanos si eran detectados)
Un avión explorador japonés avisaba la presencia de la Flota norteamericana sin especificar si vio portaaviones. Ahora no se sabía si volver a cambiar el armamento o atacar Midway. De pronto se avistan 15 bombarderos norteamericanos aproximándose. Eran 16 SBD Douglas Dauntless, bombarderos en picado dirigidos por el mayor Henderson: página 129:
“Los otros aparatos del escuadrón –los once viejos Vindicator- irían por separado bajo el mando del mayor Norris. Eran demasiado lentos para operar con el resto. El grupo de Henderson tenía ya bastantes problemas. Trece de los dieciséis pilotos no habían tripulado jamás un SBD hasta hacía sólo unos días. Diez de ellos llevaban nada más que una semana en el escuadrón; no se conocían apenas unos a otros y tenían poco tiempo para practicar juntos…la mayoría de los artilleros carecían de experiencia. Esa fue la causa de que el mayor Henderson decidiera no bombardear en picado a los japoneses sino hacerlo en ángulo de planeo (glide bombing). Requería menos destreza pero no menos valor, pues los aviones se hallarían expuestos al fuego enemigo más tiempo.» (Las negritas son nuestras)
Página 133: “El comandante Fuchida no podía comprender por qué los aviones americanos llegaban de aquella manera. Iban demasiado bajos para el bombardeo en picado, demasiado altos para lanzar torpedos. Aquellas pasadas largas y superficiales proporcionaban a los Zeros un día de maniobras. Pero no titubeaban. Concentrándose en el lado de babor del Hiryu, unos tras otro picaron y soltaron sus bombas…La fuerza de choque japonesa había vuelto a salir bien parada; un tercer ataque americano desbaratado sin sufrir apenas daños” Pero pronto se desató otro ataque americano: página 134:
“Deberíamos estar viéndolos ya –dijo el teniente Adams- vendedor de maderas convertido en navegante, mientras el teniente coronel Walter Sweeney dirigía sus quince B-17 hacia la posición de Nagumo”. Página 135: “Para el capitán Don Kundingen, que pilotaba uno de los aviones, fue un espectáculo asombroso: “una vista panorámica del mayor despliegue de barcos de superficie que hubiera visto jamás ninguno de nosotros…” Pero, ¿cuáles eran los portaaviones? Al frente del grupo Sweeney aguzó la vista…, pero no vio nada. Resultaba muy difícil. Ninguno de aquellos aviadores del Ejército poseía experiencia en la identificación de buques. (Las negritas son nuestras) Los pilotos creyeron haber logrado varios blancos. Pero de este cuarto ataque los japoneses salieron indemnes. El avión observador japonés avisó esta vez que había visto probablemente un portaaviones, lo que sembró la duda en el mando japonés acerca del armamento de las oleadas preparadas. Pero ahora se detectó un quinto ataque americano en vuelo hacia ellos.
Página 138: “Todo aquello parecía remoto e ideal para el teniente Ringblom que se aproximaba a más de 4.000 metros de altura con el grupo de once Vindicators al mando del mayor Norris. Recién salido de la Escuela de Vuelo y de los Estados Unidos, le resultaba difícil hacerse a la idea de que se dirigía al encuentro de un enemigo real. ..Un Zero disparó ráfagas contra el avión del teniente Daniel Cummings. Oyó que su artillero dejaba de respirar y lo llamó, pero no hubo contestación. Y no podía haberla. El soldado Henry I.Starks, de Springfield, Illinois, era en realidad un mecánico, no un artillero. Pero durante la gran leva, el coronel Kimes se había quedado sin artilleros, y Starks se había ofrecido como voluntario. Cuando subió al avión de Cummings aquella mañana, no había disparado jamás una ametralladora en el aire y sólo había estado tres veces en el avión. No tenía oportunidad de aprender a ser un buen tirador, ni siquiera de saber protegerse, pero murió haciendo cuanto podía»
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