En 1914 inicia la carrera diplomática sirviendo en España, Alemania y Reino Unido. De 1916 a 1921 se desempeña como secretario de la embajada francesa en Pekín. En1924 nombrado jefe del gabinete diplomático de Arístides Briand, hasta 1932. Publica “Anábasis” en 1924. Desde 1933 a 1940 se desempeñó como Secretario permanente del Ministerio de Asuntos Exteriores. Destituido durante el mandato de Reynaud, marcha EEUU. El régimen de Vichy le quita su nacionalidad. En EEUU trabajó en la Biblioteca del Congreso, sigue publicando sus libros. En 1960 se le concede el Premio nobel de Literatura. Obtuvo varias distinciones de la Legión de Honor. Fallece el 20 de septiembre de 1975 en su casa de Gens, Francia.
Nació el 31 de mayo de 1887 en Point-a-Pitre, colonia francesa de Guadalupe, su padre era funcionario municipal y poseía plantaciones de café y azúcar; falleció el 20 de septiembre de 1975 en Hyères, Francia. En 1899 la familia vuelve a Francia, donde estudió abogacía en la Universidad de Burdeos, recibiéndose en 1910. Frecuenta círculos literarios donde conoce a Odilon Redon, Valery Larbaud, Paul Valery y André Gide. Su primera publicación de poesía es “Elogios” en 1911.
Sobre su desempeño como Secretario permanente se lo citará puntualmente dentro de un contexto, en la obra de Pertinax (André Geraud- 1882-1974) , periodista francés especializado en política nacional e internacional : “La derrota militar de Francia. Gamelin. Daladier. Reynaud”. Editado en Buenos Aires, a fines de 1943 por Editorial Futuro, en traducción de Roberto Bence. (La edición original en francés es “Los enterradores de Francia”):
Capítulo III, página 126: Referente a Daladier: “Habiéndose hecho cargo del Ministerio de Negocios Extranjeros el 13 de septiembre de 1939, recibe a la mañana y a la tarde, al mismo tiempo, a M.Champetier de Ribes, subsecretario de Estado, a M. Alexis Leger, secretario general del Quai d´Orsay y a M. Robert Coulondre, ex embajador en Moscú y en Berlín, su director de gabinete para los Negocios Extranjeros. Los dos diplomáticos lo informan metódicamente sobre la correspondencia, despliegan ante sus ojos el cuadro internacional”
Página 133: Referente a Daladier: “En toda la historia de la tercera República, él solo comparte con M. de Freycinet el privilegio de haber sido ministro de la Defensa Nacional durante cinco años, cuatro de los cuales, de una sola tirada: los puntos débiles del instrumento, si alguna vez la derrota los pondría en evidencia, les serían achacados, pues, sin remisión. Y él no podría abogar por las circunstancias atenuantes, descargándose sobre algún predecesor o sucesor. No ignoraba que las cosas no podrían restablecerse bien antes del otoño de 1940 o aún a comienzos de 1941. Como Gamelin, vivió sin temor de que los alemanes interrumpieran el armisticio de hecho (ocho meses de drole de guerre) y forzaran la decisión antes de que los preparativos esenciales estuvieran realizados. De ahí el trabajo que se tomó para inculcar a Hitler la creencia de que él, Daladier, continuaba siendo en el fondo, el hombre de Munich a través de todas las vicisitudes y, tarde o temprano, fatigado de la tensión guerrera, se refugiaría en un compromiso. A medida que pasaban los meses, nunca anduvo escaso de buenas razones para sustraerse al proyecto de tratado que excluía toda negociación separada de armisticio y de paz, según el modelo de la convención anglo-franco-rusa del 4 de septiembre de 1914 que, normalmente, los gabinetes de Londres y de París hubieran debido firmar después de la ruptura con Alemania (1): Por su parte a M. Chamberlain le disgustaba enajenar la libertad de sus decisiones en el momento de la paz. Sin embargo, desde octubre de 1939, los servicios habían encaminado perfectamente el asunto, tanto en el Quai d´Orsay como en el Foreign Office. M. Alexis Leger, sir Alexander Cadogan, sir Ronald Campbell propusieron y negociaron proyectos satisfactorios en lo que concierne al eventual tratado de paz, a las exigencias de la seguridad francesa”
Página 170:
“Mistler, Berenger y algunos otros comisarios, concedieron al discurso de Hitler (6 de octubre de 1939 en la Opera Kroll ofreciendo la “paz”) en privado, más atención de lo que se merecía. Lo mismo con respecto a los “buenos oficios” que ofrecieron al rey Leopoldo y a la reina Guillermina de Holanda, el 7 de noviembre, prolongación de la experiencia hitleriana. Sin embardo ninguna reacción precisa se notaba, salvo, en la Comisión de Negocios Extranjeros del Palacio Borbón, el informe de Gastón Bergery sobre las circunstancias de la declaración de guerra a Alemania. Informe pérfido, preparado con la ayuda de Georges Bonnet, tendiente a demostrar que la paz hubiera podido salvaguardarse a despecho de todo. Georges Bonnet, eliminado del Quai d´Orsay el 13 de septiembre y relegado al Ministerio de Justicia, rumia su resentimiento. M.Daladier le ha quitado la dirección de la diplomacia francesa: la condena moral es innegable. De ahí la propaganda que se hace a su nombre: la guerra no habría estallado si él hubiera tenido completa libertad de movimientos. En una conferencia de prensa, ha llegado hasta decir: “Contra mí se han empleado todos los medios” (3): Enseguida lanzó el dardo directamente a Alexis Leger, secretario general en el Ministerio de Negocios Extranjeros”
Página 179, acerca de la diplomacia francesa:
“Los diplomáticos profesionales tratan de disciplinar, de filtrar el torrente de la opinión pública, tumultuoso y mezclado, que gana en amplitud y amenaza con lanzar la política francesa contra los arrecifes. Su idea fija es tratar hábilmente a Rusia. Los acuerdos germano-soviéticos del 29 de septiembre, consecutivos al pacto de no agresión del 23 de agosto (repartos territoriales, cooperación económica y acción conjunta por la paz blanca), siempre les han parecido que eran táctica temporaria de Moscú” (Lo resaltado es nuestro)
“Saben que la Unión Soviética sólo ha entrado con repugnancia, en septiembre, en el reparto de despojos que no anexan por la fuerza, en la misma forma, los dos compañeros. Esperan que, tarde o temprano, se dará vuelta, porque Stalin, según ellos, aunque desea prolongar indefinidamente el conflicto hinchando y deshinchando el poderío alemán, sería destruido por la victoria final de Hitler. Constatan que la Unión Soviética no entrega regularmente sus materias primas. No quieren, con una ayuda demasiado pública a Finlandia, fomentar la sociedad germano-rusa, todavía muy floja. Se guardan de olvidar que el Ministerio turco no habría firmado el contrato del 16 de octubre de 1939 con las democracias de occidente, si no hubiera creído en su resolución de hacer todo lo que de ellas dependería para atraer a Moscú”
Quedaría por ver si alguna vez, en alguna instancia hubo un intento de “paz blanca” entre Alemania y Rusia; ya desde Mein Kampf estaba declarada la expansión hacia el Este y la razón de ser del nazismo era combatir a Rusia. Alemania no necesitaba ser hinchada y deshinchada, tampoco se podía desde Rusia.
Página 266: “George Bonnet, ministro de Negocios Extranjeros en 1939, encarga a Baudoin, en febrero de 1939, de asegurarse secretamente al Duce, para un proyecto de reglamentación de la cuestión franco-italiana ( se había agravado considerablemente después que la Cámara de Diputados de Roma se manifestó en contra de Francia, en presencia de M. François Poncet, embajador recién llegado al Palacio Farnese (30-9-38) y después de la denuncia del Conde Ciano de los acuerdos Mussolini-Laval…) : dos puestos de administrador de Suez aprobados en Italia, el abandono virtual de Djibuti y del ferrocarril montado en Addis –Abeba y la extensión de treinta a cincuenta años de privilegio de los italiano en Túnez, privilegio conferido por diez años en 1896, que continuamente reconducido, hace de la colonia fascista en esa comarca, un Estado en el Estado. No demoró mucho tiempo. Mussolini se apuró a reventar el globo pidiendo que el estatuto de sus compatriotas en la Regencia fuera confirmado sin limitación de tiempo. Réplica inevitable del maestro cantor que observa la fuga despavorida de la víctima. Bonnet y su emisario se alabaron de guardar el secreto. ¿Baudoin no iba a Roma periódicamente en calidad de administrador de las salinas de Djibuti y, detrás del abanico de sus propios intereses, la negociación con el palacio Chigi no había fácilmente disimulada? El asunto fue rápidamente ventilado: Baudoin tenía en sus consejos gente que no lo perdía de vista y con quienes él mismo charlaba gustoso. Su nombre llenaba los diarios. No solamente los funcionarios del Quai d´Orsay no habían sido informados por el ministro, sino que habían sido burlados. Asistimos a un espectáculo poco común: el embajador de Francia en Berlín, M.Coulondre, repitiendo en un comunicado oficial los desmentidos de su ministro y provocando la mofa de M.von Ribbentrop mejor informado que él. (6): Todo rastro de ese incidente desapareció del Libro amarillo de diciembre de 1939 gracias a los cuidados de M.Bonnet. al secretario general del ministerio de Negocios Extranjeros (Leger) le sería revelada la verdad dos meses más tarde”
Página 270: “Bouthillier, Leca, Devaux, Villelume Baudoin, Mme. de Portes: ahora la familia está completa. He ahí el grupo que gobernó a Francia en el pasaje más terrible de la historia. Casi cada noche se reunían, plaza del Palacio Borbón, en el pequeño departamento que alquilaba Paul Reynaud después de haber dejado el techo conyugal del barrio St. Honoré. Las discusiones duraban a veces hasta las dos de la mañana. Reynaud era objeto de una adulonería asquerosa. En las frases de unos y otros paseaba el término de “ministro genial”. Él lo aceptaba sin inmutarse. En el Quai d´Orsay, toda esa gente se sentía blanco del cuidado de los funcionarios. Y cuidado, para ellos, significaba descuido porque no tenían la conciencia tranquila. Desde los primeros días, Alexis Léger, embajador de Francia y secretario general del ministerio de Negocios Extranjeros desde 1931, había tenido a distancia al pequeño círculo. Había mostrado netamente que él no entendía que se trataran los asuntos de importancia de otro modo que frente a frente con el presidente del Consejo (Reynaud). El embajador tenía las mejores razones para negarse a toda entrevista confidencial delante de los amigos del ministro. Reynaud terminaba por echarlos, cuando iba a recibir a su primer colaborador. Su hostilidad con respecto al secretario general se acrecentó.
Mme. de Portes que no podía contenerse de rodar por el palacio, cuando no entraba osadamente en el gabinete ministerial, llamó la atención de todos con un gesto grosero e imprudente. (12): En ciertos momentos, ella parecía ser secretaria del presidente. Reynaud le envió una o dos personalidades encargadas de tratar asuntos especiales bastante importantes: “Yo no dispongo de tiempo. Pueden dirigirse a ella. Ella escuchaba las explicaciones y aprobaba sin comprender del todo. En dos ocasiones por lo menos, trató de usar su influencia para hacer cambiar las posiciones gubernamentales tomadas por el ministerio del Bloqueo y por el servicio de Relaciones Comerciales del Quai d´Orsay.”
Página 271: “A propósito de la alerta del 16 de mayo, asombrada por la extraña escena que se desarrollaba en el patio interior del ministerio de Negocios Extranjeros (documentos, montones de papeles, todos los archivos tirados a “troche y moche” en braseros), gritaba repetidamente desde una ventana próxima al gabinete del ministro: “¿Quién es el imbécil que ha dado esa orden?” Ella se sirvió en realidad, de una expresión más baja. “Pero es M. el Ministro” respondió sin malicia el jefe de material, rodeado de funcionarios de la dirección Política. Ella creyó atacar a Alexis Léger. Ignoraba que bajo la autoridad personal e instrucciones formales del secretario general, los empleados habían eludido, luego retardado sistemáticamente, la ejecución de una medida que no les parecía justificada, que ellos no habían cedido finalmente, sino a las órdenes de los emisarios directos del presidente del Consejo, después que el embajador (Léger), telefoneando a éste en presencia del director político y de los principales jefes del servicio de la Dirección Política, recibió confirmación categórica de la orden que él no aprobaba (13): Tal era la impaciencia de Reynaud y de su círculo, que no apurándose el fuego como él quisiera, pensaron hacer tirar una parte de los papeles en el Sena. Así fueron destruidos los Archivos de los últimos veinte años. Sin embargo las piezas confidenciales más importantes, conservadas en la “caja fuerte”, fueron salvaguardadas el 18 de mayo. En pleno desastre, M.Charvériat, director político, ordenó su transporte a Marruecos y ellas fueron destruidas en el mar, temiendo el capitán del barco un ataque submarino. Los archivos no podrán ser reconstruidos sino muy parcialmente con los dobles conservados en las embajadas y los documentos corrientes de la subdirección de Europa”
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